Él es el más joven del grupo, pero cuando suena su saxo, no hay duda de que el alma es antigua. Gonzalo encarna esa rara combinación de talento fresco y espíritu clásico. Su sonido —líquido, brillante, directo— evoca las noches de Nueva Orleans, las calles de Memphis, el lamento dulce de un blues y el estallido de un solo de soul.

Ya sea con el saxo alto o el tenor, Gonzalo aporta el color, la sensualidad y el impulso que sólo el viento metal sabe dar. En sus solos hay swing, pasión, técnica… pero también intuición, juventud y atrevimiento. Se lanza al compás como quien conoce el lenguaje pero todavía se atreve a reinventarlo. Y eso es oro puro para el sonido de Graceland Groove Revival.

En el escenario, Gonzalo se mueve con discreción, pero su sonido lo pone en el centro de la escena cada vez que entra. Como buen saxofonista, sabe cuándo colarse entre las armonías y cuándo rugir con todo el cuerpo del metal. No necesita demostrar nada: simplemente deja que su saxo hable por él. Su energía es contagiosa, su musicalidad, envolvente.