Graceland Groove Revival

Rock'n'Roll Clásico en estado puro

El día en que Elvis encontró su hogar

Elvis en Graceland

Elvis Presley tenía 22 años cuando supo que necesitaba algo más que una casa. Hasta entonces, había vivido con sus padres en una modesta vivienda en Audubon Drive, en Memphis, pero la creciente fama lo hacía imposible. Los fans acampaban frente a su puerta, la gente llamaba sin cesar, y los periodistas estaban siempre al acecho. No era sólo una casa más grande lo que necesitaba: era un refugio, un santuario donde él y su familia pudieran vivir con tranquilidad.

Elvis Presley con su novia Yvonne Lime enfrente de Graceland en Memphis.
Elvis Presley con su novia Yvonne Lime enfrente de Graceland en Memphis.

Fue Vernon, su padre, quien tomó la iniciativa. Recorriendo Memphis en busca de una propiedad adecuada, dio con una gran mansión en Whitehaven, a las afueras de la ciudad. Se llamaba Graceland, un nombre que había heredado de la antigua dueña del terreno, Grace Toof. La casa, construida en 1939, tenía elegancia sureña, con columnas blancas en la entrada y más de 5 hectáreas de terreno, rodeada de árboles. Cuando Vernon la vio, supo que era perfecta para Elvis.

Elvis visitó la casa el 17 de marzo de 1957, acompañado por sus padres, Gladys y Vernon. Se dice que, al cruzar la entrada, sus ojos se iluminaron. “Éste es el lugar”, habría dicho, recorriendo con la mirada los espacios amplios, los jardines y la majestuosa entrada con columnas corintias.

Un Cadillac rosa en la entrada de Graceland.
Un Cadillac rosa en la entrada de Graceland.

El 25 de marzo de 1957, Elvis firmó los papeles de compra por 102.500 dólares. Era una cifra considerable para la época, pero el dinero ya no era un problema para él. Su carrera estaba en plena ascensión, con giras agotadoras y una agenda imparable. Aún así, tuvo que pedir una hipoteca de 37.500 dólares.

Pero más que una compra, Graceland representaba un sueño cumplido: su familia nunca más tendría que preocuparse por la estabilidad económica o la falta de espacio.

Elvis con su rolls royce en Graceland en 1960.
Elvis con su rolls royce en Graceland en 1960.

La mudanza fue un evento en sí mismo. Cajas llenas de recuerdos, muebles de la antigua casa y, por supuesto, los queridos animales de Elvis, incluidos sus perros y caballos, fueron trasladados a la nueva propiedad, además del deseado gallinero pedido por Gladys.

La familia Presley no era de gustos ostentosos, pero Elvis sí tenía una visión clara: Graceland debía ser un lugar donde pudiera relajarse, pero también divertirse.

Uno de los salones de Graceland.
Uno de los salones de Graceland.

Sam Phillips, dueño de Sun Records, le recomendó un decorador, George Golden, a quien dio dos instrucciones: «Una era que quería la habitación más bonita de Memphis para su madre. Número dos, quería un bar. Un bar de verdad, con Coca Colas y un dispensador de helados». De este modo, la casa se convirtió en un punto de encuentro. Los amigos de Elvis, conocidos como la “Memphis Mafia”, entraban y salían a todas horas.

A lo largo de los años, Graceland se transformó con la personalidad de Elvis. Instaló una verja en forma de nota musical, creó la famosa Jungle Room con su decoración exótica y llenó la casa de televisores y equipos de sonido de última generación. Allí encontró consuelo tras la muerte de su madre en 1958, y allí también vivió algunos de sus momentos más felices, tocando el piano hasta el amanecer o montando a caballo en su extenso jardín.

Elvis en la verja de Graceland con notas musicales.
Elvis en la verja de Graceland con notas musicales.

Pero Graceland también fue testigo de su caída. La inmensa casa se volvió cada vez más silenciosa con los años, hasta que, el 16 de agosto de 1977, se convirtió en el escenario de la tragedia. Elvis fue encontrado sin vida en su baño, y la mansión dejó de ser solo su hogar para convertirse en un símbolo eterno.

Hoy, Graceland sigue en pie, abierta al público desde 1982. Millones de fans han cruzado sus puertas, admirando las mismas habitaciones que un día acogieron a Elvis y su familia. Su tumba, en el jardín de la mansión, es un recordatorio de que, aunque el Rey del Rock haya partido, su hogar sigue siendo su reino.

Graceland hoy por hoy, convertida en un museo que cualquiera puede visitar.
Graceland hoy por hoy, convertida en un museo que cualquiera puede visitar.

Porque Graceland no fue sólo una casa. Fue la materialización de un sueño: el del chico humilde de Tupelo que un día prometió darles a sus padres todo lo que nunca tuvieron. Y lo cumplió. Y por eso los que creemos que los sueños se pueden alcanzar nos llamamos a nosotros mismos «gracelanders». Felices sueños a todos.

Graceland, the Home of Elvis Presley.

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