Graceland Groove Revival

Rock'n'Roll Clásico en estado puro

El corte de pelo más doloroso de Elvis

El mítico corte de pelo de Elvis.

La noche del 23 al 24 de marzo de 1958, Memphis bullía con la noticia que nadie quería aceptar: al día siguiente, Elvis Presley ingresaría por fin en el Ejército de los Estados Unidos. Habían esperado hasta que terminara el rodaje de la película «King Creole» (en España, «El barrio contra mí») pero una vez concluido éste, su incorporación a filas era inevitable.

Rodaje de "King Creole".
Rodaje de «King Creole».

Para la mayoría de sus fans, aquello era el fin de una era dorada, y para él mismo, una despedida de su vida tal como la conocía. Sin embargo, esa última noche, Elvis no se dejó abatir por la nostalgia. Junto a su novia de entonces, Anita Wood y un grupo de amigos, decidió salir a distraerse una vez más antes de su cita con el destino.

Eligieron ir al cine a ver «Sing, Boy, Sing», una película que tenía una ironía dolorosa: originalmente, el guion había sido escrito para Elvis, pero el coronel Tom Parker había declinado la oferta por considerar su argumento demasiado crudo para su protegido. En su lugar, el papel principal había recaído en Tommy Sands, un joven cantante que, curiosamente, también había sido representado por Parker. Aunque Elvis no hizo comentarios al respecto, en su interior debía de ser una experiencia agridulce ver a otro joven interpretar un personaje diseñado para él. Ignoraba aún el éxito que «King Creole» supondría y que le pillaría lejos de aquel autocine.

Cartel de "Sing, Boy, Sing".
Cartel de «Sing, Boy, Sing».

Después de la proyección, el grupo se dirigió a la pista de patinaje. La música, el ambiente y la risa de sus amigos fueron un bálsamo momentáneo para la tensión de la despedida que se cernía sobre él. Pero la noche avanzaba rápidamente y, tras varios intentos de subir y bajar del coche, el frío alba se les vino encima. No se quería marchar.

El regreso a Graceland fue ya de mañana. La mansión, su refugio y orgullo, iba a ser dejada atrás por un tiempo indefinido. Allí, le esperaba el momento más difícil: despedirse de su madre, Gladys. Para ella, su hijo no era la superestrella del rock, sino el niño que había criado con amor y sacrificio. La sufrida mujer, con los ojos llenos de lágrimas, le abrazó con fuerza, como si quisiera retenerlo en casa. Su padre, Vernon, también mostraba signos de emoción contenida, sabiendo que su hijo debía afrontar lo inevitable. Y luego estaba su otro gran amor: su Cadillac. Elvis recorrió con la mirada su coche, aquel símbolo de su éxito y de su amor por la velocidad y el lujo, antes de apartarse con una frase rotunda: «Adiós, gran hijo de puta negro».

Cuando salió de la oficina de alistamiento de Memphis, montado en aquel autobús militar, el espectáculo que le esperaba fue digno de una estrella de cine. Una interminable caravana de coches, llena de periodistas, fotógrafos y fans, lo escoltó los 260 kilómetros de trayecto hasta Fort Chaffee, en Arkansas. La prensa no perdió detalle de cada gesto, de cada mirada del joven resulta. Era un evento nacional: el Rey del Rock and Roll se convertía en un soldado más.

Al llegar, le sirvieron un desayuno que devoró con ganas. Las cámaras y los reporteros no le daban tregua. Le hicieron una breve entrevista en la que, con su característico carisma, aseguró estar listo para servir a su país. Al fin y al cabo «ya había dado medio litro de su sangre al hospital Baptista», por 10 dólares, es cierto.

Pero el momento más simbólico y doloroso estaba por venir. En una sala abarrotada de fotógrafos, con los flashes iluminando cada movimiento de las tijeras, Elvis adelantó lo que iba ocurrir: «hoy con pelo, mañana sin nada».

El mítico corte de pelo de Elvis.
El mítico corte de pelo de Elvis.

Olvidó pagarle al barbero los 65 centavos de tarifa y se sintió avergonzado cuando se lo reclamaron. Y entonces sucedió. El barbero encendió la máquina y comenzó a hacerle el característico corte de recluta. Elvis vio caer sus icónicos mechones oscuros al suelo. Con cada corte, parecía despojarse no solo de su cabello, sino de la imagen que el mundo conocía de él. El instante quedó inmortalizado en fotografías y filmaciones, y pasaría a la historia como uno de los momentos más icónicos de su vida.

Elvis Presley Army Haircut – Fort Chaffee, Arkansas – March 24, 1958

Así, Elvis Aaron Presley, el ídolo de millones, dejaba atrás su fama y su imagen para convertirse en el soldado 53.310.761. Pero en el corazón de sus seguidores, y en la historia de la música, seguiría siendo el Rey.

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