No hablamos de espíritus que rondan por Graceland ni de guitarras que suenan solas en Sun Studio… Aunque, si has estado allí, sabes que algo de eso se siente en el aire.
No… Nos referimos a su primera película: Love Me Tender (1956).

La Fox quería atrapar la ola Presley en plena cresta. Le dieron a Elvis un papel en un western romántico titulado originalmente The Reno Brothers. El guion, escrito por Robert Buckner y dirigido por Robert D. Webb, se ajustó una y otra vez para dar más peso al chico de Tupelo: se añadieron canciones, se cambiaron escenas, incluso se modificó el título para aprovechar el tirón del tema principal.

El rodaje terminó, Elvis estaba satisfecho y la fecha de estreno se fijó para el 5 de noviembre de 1956. Pero faltaba el gran examen: los pases de prueba con público. Y ahí estalló la tormenta.
En el final, Elvis —como Clint Reno— cae abatido en un tiroteo y muere en brazos de su esposa, Cathy Reno (interpretada por Debra Paget). El público no lo soportó. Silbidos, incomodidad, hasta lágrimas… Nadie quería ver morir a Elvis, ni siquiera en la ficción. Los ejecutivos de 20th Century Fox entraron en pánico: la película estaba terminada, la promoción ya en marcha. ¿Qué hacer?

La idea milagrosa surgió: no podían resucitar al personaje, pero sí podían devolver a Elvis en forma de fantasma. El 1 de octubre de 1956 lo llamaron a los estudios de la Fox para grabar un añadido: una estrofa extra de Love Me Tender. Luego se sobregrabaron cuerdas y coros, y en el montaje final su rostro apareció superpuesto sobre la escena del cementerio, cantando desde “el más allá”.

El resultado fue extraño… pero mágico. Un Elvis espectral cerraba la película, como si quisiera decirle a sus fans: “puedo morir en la historia, pero mi voz no se apaga”.
¿Funcionó? Sí. La crítica fue tibia, pero el público llenó las salas y Love Me Tender resultó un éxito comercial. Más allá de números, dejó una de las imágenes más icónicas de Elvis: su primera aparición como fantasma.

Y ahí está la conexión: porque quien ha recorrido Graceland de noche, o ha pisado Sun Studio en Memphis, sabe que la presencia de Elvis nunca se fue. En Love Me Tender lo solucionaron con un truco de celuloide, pero lo cierto es que, de una u otra manera, Elvis sigue apareciéndose donde menos lo esperas: en un acorde, en un eco, en una sombra al fondo de la sala.
Hoy compartimos aquel final fantasmagórico para que lo juzgues tú mismo. 🎬👑✨